miércoles, 4 de marzo de 2015

Tacto


Tan primario, tan desde dentro.
Desde la primera, dentro de mamá, ¿será por eso el mimo que le ponemos a la caricia en la tripa de una embarazada? porque no es para ella, va más allá.

Necesitamos que nuestra mamá nos acaricie la frente cuando tenemos fiebre o nos hacemos daño en las rodillas.
El abrazo con los compañeros, en la celebración los cuerpos se juntan y en los momentos más difíciles también. 

El Amor lo expresan palabras, miradas y caricias.

Pero en nuestro cuerpo hay un momento en el que las corazas se fijan a la piel y lo que nos defendía termina por hacernos herida, no de las que sangran, si no de las que encogen y hacen que el cuerpo se hunda.

A través del masaje soltamos esos nudos, aflojamos las corazas y alejamos las cadenas, para liberarnos de lo que nos ata.


La sensación de unidad va mucho más allá de la materia, del cuerpito y de pronto sé lo que siento, siento lo que estoy pensando y lo puedo hacer. 
La necesidad del masaje, de equilibrar las emociones que se quedan en esa primera capa de nuestro cuerpo. 


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